Fobia Social: Cómo superar el miedo al rechazo social
La fobia social suele estar clasificada en los manuales de diagnóstico en el apartado de los trastornos de ansiedad. En estos se define como el miedo persistente y acusado a las situaciones sociales o actuaciones en público por temor a que resulten embarazosas (APA, 2002) . ¿Cuál es el origen de este trastorno?, ¿Por qué algunas personas tienen temor a las situaciones sociales?.
Somos seres sociales, nuestra identidad se conforma en relación a nuestra interacción social. Nuestras relaciones con los demás son una necesidad y durante la infancia desarrollamos las habilidades sociales que nos permitirán adaptarnos a nuestro entorno social de adultos.
El problema a veces viene de lejos, cuando en la infancia no se sientan las bases de unas buenas habilidades sociales. Los padres hiperprotectores, con la mejor intención, pueden crear el caldo de cultivo para que el niño de adulto no disponga de los recursos para establecer relaciones sanas y por tanto tenga más probabilidades de desarrollar una fobia social.
En otros casos la fobia social puede aparecer bruscamente cuando acontece una experiencia social estresante o humillante. A partir de ese momento la persona pierde la confianza en sus capacidades de afrontar las situaciones sociales que considera amenazantes.
En cualquier caso normalmente la persona que desarrolla una fobia social suele tener una baja autoestima y una hipersusceptibilidad a las críticas de los demás. En este sentido, el fóbico social se podría definir más por la obsesión al rechazo y a la opinión de los demás que por el propio miedo.
El fóbico social se siente rechazado o injustamente juzgado por los demás. Por esa razón es desconfiado y se relaciona con los demás a la defensiva. El problema es que precisamente ese comportamiento es el que provoca en los demás una actitud simétrica de desconfianza que confirma la hipótesis inicial de rechazo.
Síntomas de la fobia social
En primer lugar aclarar que este trastorno puede provocar efectos realmente dramáticos de aislamiento social; llegando al extremo en los peores casos de que la persona llegue a limitar su contacto social al de su entorno familiar. Es por tanto una fobia generalizada, que afecta significativamente a varias o todas las áreas de la vida. Cuando una persona tiene miedo a hablar en público o a enfrentarse a una situación concreta de exposición social, NO es una fobia social.
Es importante hacer esta distinción porque, ateniéndonos a los manuales de diagnóstico, basta un temor acusado y persistente a una situación social que produzca un malestar clínicamente significativo para considerar el diagnóstico de fobia social. Sin embargo, es completamente diferente cómo funciona una verdadera fobia social generalizada y una fobia a una exposición social concreta.
En este sentido los síntomas de la fobia social incluyen:
- Temor a actuar de un modo humillante o embarazoso en las situaciones sociales fuera del ámbito familiar.
- La exposición social produce invariablemente una respuesta de ansiedad significativa pudiendo llegar hasta el ataque de pánico.
- Tendencia a evitar las situaciones de riesgo o búsqueda de protección de personas de confianza, lo que interfiere significativamente en la rutina normal de la persona, sus relaciones laborales, académicas o sociales.
Cómo superar la fobia social
Para superar la fobia social es necesario un cambio de creencia, de punto de vista. Es necesario primero cambiar la convicción de que se es juzgado y rechazado por los demás, para después poder comenzar el trabajo de afrontamiento de las situaciones temidas.
Como decía Ghandi "si quieres cambiar el mundo cámbiate a ti mismo", y en este trastorno podemos afirmar que esta máxima se aplica a la perfección. Como sabemos la realidad está psicológicamente construida y podemos cambiar esa realidad simplemente cambiando nosotros, eso sí aunque simple, no es fácil ya que requiere trabajo.
No obstante, si este trastorno está muy generalizado y te está afectando significativamente acude al psicólogo porque puede ayudarte a resolver este problema.
4 pasos para superar la fobia social:
- Reflexión: Imagina una situación, por ejemplo una sala de espera llena de gente. Alguien entra en ella que está convencido de que le miran mal. Como tiene esa convicción mira con desconfianza a su alrededor para protegerse. Claro, la gente de la sala a su vez percibe esta desconfianza y por tanto reaccionan igual. Así que la persona que entró en la sala ya tiene la confirmación de que le miran mal. Pero ¿qué hubiera sucedido si esta persona hubiera entrado relajada y sonriendo? ¿la gente habría actuado de otra manera?.
- Un experimento: Cada mañana piensa en una situación diferente donde tengas que interactuar con gente. Piensa qué cara pondrías qué harías diferente al relacionarte con ellos si estuvieses seguro de que te consideran una persona agradable y simpática. Haz el experimento diariamente y comprueba si ha cambiado algo en la reacción de los demás hacia ti.
- Cómo me comportaría: Si has hecho el punto 2 durante un tiempo y algo ha cambiado puedes hacer este punto 3. Pregúntate cada mañana ¿cómo me comportaría, qué haría o dejaría de hacer hoy, si todos me considerasen una personal genial y simpática? Planifica tu día con esa idea.
- Día de la compasión: Elige un día al mes en el que vas a dedicarte a hacer felices a los demás, te da igual si te caen bien o no y su reacción hacia ti en el pasado. Planifica las cosas que vas a hacer, ayudar en alguna tarea a un compañero, invitar a café, etc. Y planifica también tus reacciones en el día, ante una llamada telemarketing voy a ser muy amable con la persona que llama poniéndome en su lugar y tratándola como me gustaría a mí. Si alguien es hosco yo le sonreiré entendiendo que a lo mejor no tiene un buen día y que nos puede pasar a todos. Cuando termine el día reflexiona sobre cómo te has sentido contigo mismo y en relación con los demás.
Importante: Para resolver cualquier problema de salud es necesaria la ayuda de un profesional, esta información se publica a título meramente divulgativo, ya que pueden ayudar a algunas personas en algunas situaciones a encontrarse mejor, pero en ningún caso ni pretenden ni sustituyen a ningún tratamiento de salud ni a la consulta de un profesional. Asimismo, si su realización no te sienta bien por cualquier motivo no se deben volver a realizar.