Qué son los ataques de pánico y qué puedes hacer para superarlos
¿Qué son los ataques de pánico?. Si afortunadamente nunca has sufrido ataques de pánico, seguramente te parezca difícil llegar a comprender este trastorno. En primer lugar porque el ataque de pánico aparece la mayoría de las veces sin un desencadenante evidente e identificable, que aparentemente pueda explicar la reacción extrema de pánico a quien no se ha visto nunca cara a cara ante una situación de este tipo. Es por ello que, al intenso sufrimiento de este trastorno, se suma muchas veces la incomprensión de las personas que son testigos de quien lo sufre.
El ataque de pánico se manifiesta por un episodio de miedo intenso en ausencia de un peligro real. Aparece de forma brusca y alcanza su máxima expresión rápidamente. La persona a menudo tiene la sensación de muerte inminente así como una urgente necesidad de escapar (APA, 2002). En palabras de Nardone (2016), "el corazón late desenfrenadamente, se respira con dificultad, el cuerpo se electriza, la mente galopa, veloz."
En unos minutos todo termina repentinamente, y la persona queda exhausta a la par que profundamente consternada tras haber experimentado la completa pérdida de control de su propia mente y de su propio cuerpo. La absoluta irracionalidad de este proceso provoca que psicológicamente sea devastador dada la racional configuración de nuestras mentes.
La explicación detallada a nivel neurofisiológico de lo que sucede en el ataque de pánico la puedes encontrar en el apartado Neurofisiología del miedo.
Modalidades del ataque de pánico
Normalmente, el trastorno de Ataque de pánico tiene como origen una primera experiencia emocional negativa. Puede ser simplemente una primera duda o pensamiento de sentirse mal, un pequeño dolor que interpretamos como una señal de un ataque al corazón, un pequeño mareo, etc. El problema es que una vez conformado el problema, nuestro cerebro ya no necesita un estímulo externo para desencadenar el pánico, le basta un pensamiento.
Ahora bien, el ataque de pánico puede conformarse de diferentes modos. Por un lado nos encontramos los casos cuando el ataque de pánico se manifiesta normalmente en situaciones predecibles, por ejemplo cuando entro en un lugar cerrado (claustrofobia) o bien cuando estoy fuera de casa en lugares concurridos (agorafobia). En estos casos la solución intentada principal es evitar la situación temida, y como el ataque de pánico solo sucede en una situación predecible la solución aparentemente funciona; de este modo las personas con un trastorno de agorafobia crean una jaula en la que que van limitando cada vez más sus movimientos y que impacta en todas las áreas de su vida.
Por otro lado, nos encontramos con la modalidad en la que el ataque de pánico se expresa casi siempre en situaciones impredecibles. En estos casos las personas están en situación de alerta constante e intentan mantener bajo control sus reacciones fisiológicas. El problema de este intento de solución es que "el que busca encuentra" y el intento de control lo que provoca es la propia alteración de sus constantes fisiológicas desencadenando los temidos ataques de pánico. La paradoja es que mientras más intento controlar más pierdo el control.
Por otra parte, podemos encontrarnos personas que sufren crisis de ataque de pánico que se complica con agorafobia, y viceversa personas con agorafobia que se complica con ataque de pánico.
En resumen nos encontramos con:
- Ataque de pánico sin agorafobia
- Ataque de pánico con agorafobia
- Agorafobia sin ataque de pánico
- Agorafobia con ataque de pánico
Tengo ataques de pánico ¿Qué puedo hacer?
Si ya llevas tiempo sufriendo ataques de pánico mi consejo es que busques ayuda profesional cuanto antes para resolverlo. Existen protocolos de intervención para este trastorno que lo resuelvan eficazmente en un tiempo razonable.
No obstante, cuando sientas que estás ante un ataque de pánico recuerda:
1. El ataque de pánico es como una ola
El ataque de pánico es como una ola, alcanza su máxima intensidad rápidamente y luego va disminuyendo hasta que desaparece. El tiempo que dura es relativamente breve, lo peor acontece en los primeros diez minutos y en una media hora debería haber desaparecido completamente. Por tanto recuerda que pasará.
2. Nadie muere de un ataque de pánico
Aunque tu mente te este diciendo lo contrario recuerda que nadie se muere de un ataque de pánico, es una errónea interpretación de tu cerebro.
3. Identifica que estás ante un ataque de pánico
"El corazón late desenfrenadamente, se respira con dificultad, el cuerpo se electriza, la mente galopa, veloz." esta definición de los síntomas de un ataque de pánico de Giorgio Nardone me gusta especialmente para definir lo que pasa en un ataque de pánico.
Ahora bien, algunos de los síntomas de un ataque de pánico son similares a los que pueden producir algunos problemas médicos. Es por ello que: si los síntomas no mejoran en poco tiempo o bien tienes antecedentes de alguna enfermedad que comparte los mismos síntomas del ataque de pánico o tienes dolor, es importante descartar que estamos ante otro tipo de problema y deberías acudir a un centro médico.
4. Bloquea el intento de control de las reacciones fisiológicas
Sólo si estás seguro de estar ante un ataque de pánico puedes hacer lo siguiente:
Coge una libreta o el teléfono movil y abre una nota para escribir, comienza justo en cuanto empieces a tener los primero síntomas del ataque de pánico no después:
Anota la Fecha, anota la hora, describe dónde estás, describe con quién estás, describe detalladamente qué sensaciones sientes, describe detalladamente qué pensamientos tienes.
Concéntrate en describir con todo lujo de detalles tus sensaciones y pensamientos hasta que "termine la tormenta".
El objetivo de esta técnica, aunque parezca contraintuitivo, es la de bloquear el intento de control de las reacciones fisiológicas desplazando la atención del control de las reacciones a su observación.
Importante: Para resolver cualquier problema de salud es necesaria la ayuda de un profesional, esta información se publica a título meramente divulgativo, ya que pueden ayudar a algunas personas en algunas situaciones a encontrarse mejor, pero en ningún caso ni pretenden ni sustituyen a ningún tratamiento de salud ni a la consulta de un profesional. Asimismo, si su realización no te sienta bien por cualquier motivo no se deben volver a realizar.